16 abril 2010

No estaba muerto, que estaba...

Hola amigos viajeros

Este va a ser un paseo muy cortito, simplemente para agradecer a los que me seguís la paciencia de esperar a ver si salgo a pasear un rato.

El motivo de que no salga es ni más ni menos que el trabajo. Salgo todos los días tarde y el pasado fin de semana y el que viene estuve y me toca trabajar. Al menos espero que sea el último y volvamos a un ritmo más normal.

Además, estoy constipadísimo, con un dolor de garganta que me lleva ya unos cuantos días, así que espero que comprendáis este período de absentismo caminante. Espero no caer en la enfermedad de la que oí el otro día por casualidad en la tele: el presentismo laboral. No, no es que la gente adquiera el don, cual x-men, de presentir si va a haber trabajo, si no de que la gente, por miedo a perderlo, se pase todo el tiempo que pueda en la oficina... En fin, ya nos avisó de esto Fernando Arrabal.

Lo que sí que me preocupa es el grado de lucidez que alcanzo cuando suena el despertador por la mañana a pesar del cansancio que tengo: hoy sin ir más lejos, al levantarme he sentido como me poseía una sensación de... poder, al encendérseme la bombilla (la interior, no la del baño para ducharme que también) y ver con una clarividencia absoluta la solución a un problema laboral. Vamos, que ni que fuera Harry Keogh con una de sus premoniciones matutinas.

Bueno amigos, os dejo que es tarde y mañana me espera jornada de 7 horas laborales que se convertirán, por arte de birlibirloque, en 12.

Hasta la próxima viajeros
 
Subir