05 mayo 2009

Recuerdos

Hola amigos viajeros

Ya os he dicho anteriormente en alguna de mis caminatas que no soy persona que viva en el pasado ni piense que cualquier tiempo pasado es mejor, aunque tampoco soy de los que piensan, como los de Tele5, que lo mejor está por llegar, ya que, aunque queden cosas buenas por ocurrir en años venideros, estoy la mar de satisfecho con la vida que tengo actualmente. Sin embargo, esto no me impide disfrutar de mis recuerdos, cuando consigo recuperarlos de mi memora, que no es como para tirar cohetes, y suele ocurrirme que una canción, una comida, un olor... me transporta a mi baúl de los recuerdos.

Por ejemplo, siempre que oigo la canción "Every breath you take", de The Police, rememoro los años infantiles y juveniles, más concretamente los veranos, que pasé en la casa que mis padres tuvieron alquilada durante 13 o 14 años en Soto del Real, en la sierra de Madrid. Y echo de menos, aunque poquito, el tiempo que pasé con mis amigos, principalmente con dos, Oscar, al que perdí la pista hace muuucho tiempo por culpa de una chica, y Antonio, al que perdí la pista hace menos tiempo por culpa de la música, ya que se convirtió en el guitarrista de Sober y posteriormente de Skizoo. A ver si un día me animo y le escribo un mail, que sé que ha abierto una tienda de guitarras. Por cierto, tengo por ahí un dibujo que me hizo a boli y a mano alzada, a ver si lo vendo por e-bay y me saco una pasta... ;D

Igualmente, cuando desempolvo mi Commodore 64, recuerdo con mucho, muchísimo cariño a mis abuelos maternos Antonio y Elena, de cuya compañía ya no podré disfrutar más. O cuando mi suegra prepara higaditos de pollo encebollados, me acuerdo, aunque con mucha dificultad, de mi abuela paterna Hortensia, mientras que de mi abuelo paterno Manolo ya no me quedan recuerdos, pues murió hace ya demasiados años. De la misma manera, oír alguna canción de Los Toreros Muertos o visitar Asturias, concretamente la playa de San Lorenzo en Gijón, me trae a la memoria a mi difunta tía Aída. Y siempre que hay tormentas eléctricas me acuerdo de un año en Gijón, en el que mis tíos habían alquilado un apartamento cerca de la playa y veía los rayos caer sobre el mar, a través del inmenso ventanal que tenía el piso y recuerdo, la luz del cigarro que mi madre fumaba en medio de la oscuridad de la habitación.

Y por supuesto, guardo como oro en paño mi primer recuerdo de Elena, cuando llegué a hacer la entrevista para el que es ahora mi trabajo actual, de pie en medio de la sala hablando con su amiga Esther Vinuesa, dos años antes de que formásemos pareja; o de cuando conocí a la panda de amigotes, en casa de Andrés y Zoraida, con dos sillas colocadas sospechosamente para hacerme una entrevista/interrogatorio; los nervios del día de mi boda que aparecieron, curiosamente, cuando llegué al lugar donde nos casábamos, ni antes ni después. Y ni que decir tiene que recuerdo, como grabado a fuego, el momento en el que vi por primera vez a María y el momento en que la cogí por primera vez, en la sala de neonatos, y me miró con sus grandes ojitos.

En fin amigos, no olvidéis vuestro pasado pues, como dijo el filósofo español Jorge Santayana refiriéndose seguramente a conceptos más amplios que la propia historia personal, "quien ignora la historia está condenado a repetir sus errores", pero procurad vivir en el presente, ya que el pasado, como he dicho, no se puede cambiar y el futuro, mal que le pese a muchos, aún está por decidir.

Hasta la próxima viajeros

2 Reseñas:

Inma dijo...

Muy emotiva tu entrada de hoy, amigo. Gracias por regalarnos tus recuerdos con esa exquisita sensibilidad. Elena, María y Embri tienen mucha suerte, también algunas/algunos y algunitos/as más.

Kartlingas dijo...

Muchas gracias amiga, pero él más afortunado por tener a Elena, María, Embri y a todos y cada uno de vosotros (no os nombro a todos porque alguno se me olvidará y además no hay espacio suficiente) es, sin lugar a dudas, este humilde caminante.

 
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