05 abril 2009

Noche de hombres

Hola amigos viajeros

Ayer, después de mucho tiempo, quedamos los amigotes para salir y tener una noche de hombres, la típica noche sólo de machotes, sin mujeres, sin niños, sin horarios...

Para empezar la noche, fuimos a jugar a un deporte típicamente machote: los bolos. Era mi primera vez e insistí repetidamente que no había jugado nunca y que se iban a reír de mi porque, aunque conocía las reglas del juego y había practicado en el móvil y en la Wii, me daba la sensación de que iba a jugar a una variante que se da en el norte de nuestro país, o al menos yo la he visto en Asturias, en la que la bola, en vez de ir rodando por el deslizante suelo de madera pulida, se lanza cual petanca.

Decidimos jugar dos partidas. Para empezar, nos dieron la pista 13... que encima estaba en todo el centro de la bolera, para que todo el mundo me viera bien. Observé las demás pistas y vi que alguna tenía barrera a ambos lados o sólo a uno, para evitar que se perdieran las bolas, pero en nuestro caso estaba bajada, debió ser que nos vieron cara de profesionales, sobre todo la mía. Después de que tirase Javi y me hubieran explicado como elegir bola, me dispuse a realizar mi primera tirada. Cogí la bola que me iba bien, me fui al final de la pista, di unos 3 o 4 pasos mientras subía la bola a la altura de mi cara y empezaba a bajarla para llevarla detrás mío y cogía fuerza para, en el momento justo, soltarla y enviarla hacia los bolos, previo bote cual bomba sobre la madera y, al llegar a los bolos, perderse por el lateral sin tirar ninguno...

En fin, tras esa primera tirada, fui cogiéndole tino consiguiendo que la bola se deslizase por la madera, aunque lo de la puntería tuve que dejarlo para la segunda partida. Mientras tanto, fui practicando el vaivén de la bola de arriba a abajo y de atrás adelante, los pasitos coordinados tipo Pedro Picapiedra y esa estiradita de pierna derecha por detrás de la izquierda cuando sueltas la bola, teniendo mucho cuidado de tropezarme y aumentar la sensación de ridículo.

Como os podéis imaginar, perdí de largo la primera partida y me preparé para jugar la segunda, que los amigotes, como hombretones que somos, decidimos que sería "la buena, la de verdad". Se me olvidaba comentaros que, durante las dos partidas, teníamos que beber y, por supuesto, elegimos la bebida de los machotes que van a jugar a los bolos: cerveza para todos, menos para mí que elegí Coca-Cola para no aumentar el peligro para los demás jugadores que había en la bolera, incluidos niños. En fin, empezamos la segunda partida y Javi empezó a destacar enseguida, pero yo le seguía a la zaga y, curiosamente, Andrés y Manolo se enzarzaron en una serie de errores. Como no podía ser de otra manera, la alegría duró poco en la casa del pobre e, inevitablemente, acabé perdiendo la segunda partida, pero al menos rocé los 100 puntos para gran satisfacción mía.

Tras estas dos partidas, nos fuimos a cenar. Como hombretones que somos, no podíamos ir con un plan preconcebido completo, así que anduvimos por ParqueSur buscando donde comer y, de repente, lo vimos, lo sentimos: que mejor sitio para cenar que la Cantina Mariachi, con comida mexicana, picante, muy de hombres. Así que allí cenamos, en asientos un poco incómodos pero que a hombres como nosotros no nos importaba, regamos la comida con una jarra de cerveza y hablamos de las cosas típicas de hombres: que si Erika le había puesto hora a su padre para que volviera pronto a casa, que si Andrés había dejado a sus hijos con sus suegros y les echaba mucho de menos, las noches que nos está dando María..., vamos, lo típico en una noche de hombres.

Tras cenar, como eramos libres de hacer lo que quisiéramos, nos preparamos para tomarla, la taza de café digo y, como empezaban a cerrar todos los garitos que había en ParqueSur, debido a la intempestiva hora que era, más o menos las 12 de la noche, fuimos andando en medio de una fresquita noche a buscar otro sitio donde saciar nuestra varonil sed y, como no podía ser menos, encontramos una terraza donde sentarnos. Allí Manolo, que había ido andando, se tomo una copa y los demás, como habíamos ido en coche, bebimos una copita de pacharán para no dar positivo.

Tras cerrar la terraza, un servidor decidió que ya estaba bien y que tenía que pensar en sus mujeres, principalmente en María y su sentido de la oportunidad para dar una mala noche en un momento así, por lo que nos recogimos, eso sí, habiendo hecho propósito de enmienda de volver a quedar próximamente para otra noche loca de hombres.

Hasta la próxima viajeros

P.D. María, efectivamente, decidió dar mala noche y cuando llegué a la 1 y pico su madre estaba durmiéndola...

P.D. Me lo pasé fenomenal y me divertí mucho en los bolos :D
 
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